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¿Qué aporta la lectura al lector?

jueves, 16 de mayo de 2013


  1. Enriquece al niño en todos los aspectos de su persona: desde lo intelectual a lo afectivo, lo emocional, lo íntimo, lo onírico e incluso lo irreal. 
  2. La literatura es una fuente enriquecedora por el valor artístico que en ella adquiere el lenguaje. 
  3. Le prepara para la lectura de aprendizaje: si el muchacho disfruta de las fantásticas aventuras que se esconden en la Literatura Infantil también será capaz de estudiar con suficiente atención teoremas y teorías, ideas e ideologías, historias y filosofías que estén en otra onda a la de sus gustos, sus intereses y sus motivaciones. 
  4. Aporta un amplísimo horizonte de fantasía y sueños, una estimulante mezcla de conjuros mágicos que permiten abrir mil puertas y descubrir infinitos mundos. 
  5. Hace al lector flotar, reír, soñar, descubrir, acercarse a lo lejano en el tiempo y en el espacio, ponerse en la piel de otras personas, sufrir con ellas, alegrarse con sus éxitos, emocionarse con sus descubrimientos… 
  6. Le ayuda a entender y en parte a solucionar sus problemas psicológicos y afectivos (miedos, complejos, celos...). No podemos esperar que la literatura haga milagros y retire las piedras del camino vital de nuestros hijos, pero sí le permitirán serenar su frustración o su pena demostrándoles que no está solo, que lo que le ocurre es natural, que hay otros muchos niños que pasan por sus avatares. 
  7. Despierta su imaginación, su fantasía y potencia su creatividad: si le ofrecemos libros como La historia interminable (Ende), El manual de monstruos domésticos (Marijanovic) o El erizo de mar (Iela Mari), no sólo gozarán sino que potenciarán los músculos de su imaginación. 
  8. Favorece el desarrollo de su espíritu crítico y de su capacidad de razonar, provocando y orientando la reflexión y el cultivo de la inteligencia. 
  9. Aviva su sentido estético y su capacidad de apreciar y disfrutar de lo bello. 
  10. Contribuye a su crecimiento en libertad: en la medida en que le dejemos elegir sus lecturas y en la medida en que la oferta que pongamos a su alcance sea plural en los enfoques, las estéticas, las épocas, los conflictos y los caracteres y reacciones de los personajes. 
  11. Leer estimula las capacidades lingüísticas:
  • Enriquece el vocabulario y el uso de las estructuras del idioma y, en consecuencia, desarrolla la capacidad de expresión, tanto oral como escrita.
  • Perfecciona el conocimiento ortográfico: al ver la forma correcta de escribir cada palabra, su cerebro, inconscientemente, se impregna de información que luego le permitirá ser más certero al escribir.
  • Se familiariza, poco a poco, con las estructuras propias de los diferentes géneros y estilos literarios. Por ejemplo, siempre que una lectura comience por «érase una vez…» sabrá que está abriendo el tarro de las esencias de un hermoso cuento y se situará ante él con una predisposición muy diferente a la que le invitará un texto estructurado en líneas cortas (versos), porque adivinará que está introduciéndose en un poema. 
  1. A través de la narración o lectura en voz alta, se potencia la capacidad de escucha, que amplía la atención y es tan importante en toda comunicación. 
  2. Las lecturas compartidas estrechan los lazos afectivos y favorecen la expresión espontánea de los sentimientos y las emociones. 
  3. Los cuentos nos enseñan sobre la condición humana: descubrimos el valor de la generosidad, la justicia, la esperanza. Pero también el odio, la ruindad, la violencia, la injusticia. Por eso debemos ofrecer libros con personajes bien perfilados, con caracteres coherentes, con comportamientos y personalidades variadas, no sólo «buena gente», porque en la vida real el niño encontrará de todo y la literatura puede ayudarle a relacionarse.
  4. El niño amplía su mundo interior, adquiere conocimientos de todo tipo (no sólo intelectuales, también morales y afectivos). Si los libros a los que se va asomando son atractivos y satisfacen sus deseos íntimos (sean estos recreativos, cognitivos o sociales), se favorecerá su gusto por conocer, descubrir y profundizar en la lectura para obtener nuevas prebendas. 
  5. El libro acerca al niño el mundo de los adultos, le muestra sus estructuras, sus convencionalismos, sus valores y contravalores, sus hipocresías e incoherencias, y le sirve como estímulo para crecer en lo íntimo, en lo afectivo y en lo intelectual. 
  6. Se desarrolla la memoria, porque el lenguaje artístico despierta, una y otra vez, las imágenes que se van atesorando en la memoria y que producen un deleite al espíritu. 
  7. Afianza el proceso de madurez a través del desarrollo de la autonomía intelectual del niño, por lo que se convierten en garantía de la libertad personal del lector que puede manejar la historia a su antojo y en función de sus necesidades intelectuales y afectivas. 
  8. El libro es un fabuloso instrumento para una permanente formación intelectual, moral, afectiva y estética del niño. 
  9. Aumenta la lógica, al presentar sucesión de ideas, encadenadas con coherencia tanto en lo temporal, en lo espacial y lo narrativo. 
  10. Facilita la comunicación: cuando el libro toca al niño, cuando se acomoda en su interior dejando un poso de efectividad (intelectual o afectiva), corre a compartirlo con un ser querido. 
  11. Posibilita la desinhibición: muchos niños tienen problemas relacionales que se traducen en inseguridad, dependencia del adulto, incomunicación y, en casos extremos, agresividad. La lectura les puede ayudar a desinhibirse, al menos interiormente y eso les permitirá liberar parte de su frustración. 
  12. Ayuda a descubrir los propios sentimientos: en ocasiones el niño no termina de identificar o aceptar sus sentimientos; sabe que le está pasando algo, que en su interior crece el desasosiego o la euforia y se siente confuso porque son emociones novedosas. Incluso puede suceder que el niño haya recibido una educación excesivamente restrictiva y punitiva y eso le mueva a «satanizar» esos sentimientos emergentes. La lectura le puede ayudar a entenderse y a aceptar lo que hierve en su interior. 
  13. Acentúa el gusto por estar solo: aunque defendemos las lecturas compartidas como intercambio de nutrición afectiva, reconocemos que la peculiaridad intrínseca de la lectura es su condición de solitaria. Lo natural es leer a solas con uno mismo, buscando la postura, la ubicación, la disposición emocional, intelectual y física deseada, huyendo de todo aquello que turbe nuestro recogimiento interior y que vaya a impedir nuestro disfrute absoluto. Si el niño logra abstraerse del mundo que le rodea con un libro en las manos es porque está navegando a miles de leguas de aquí, porque el libro ha logrado ayudarle a trascender el espacio y el tiempo. 
  14. Fomenta el ocio creativo y constructivo: uno de los dramas de nuestras sociedades urbanas es que los niños y jóvenes cada vez encuentran menos espacios para desarrollar su ocio. El empeño de los padres en que aprendan de todo (kárate, inglés, informática, ballet, danzas orientales, piano…) y la vergonzosa presión de los deberes escolares incitan al niño a amuermarse y ralentizar sus actividades libres en busca de un poco de sosiego. Los libros pueden abrir una ventana por la que penetre algo de creatividad y que despierte nuevos intereses y aficiones. 

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